November 5, 2019 por Cristina Oroz Bajo

Tu niño con autismo tira del pelo, muerde, lanza objetos, rompe cosas, tira la comida, mete la mano en el plato mientras come, escupe, se quita la ropa fuera de casa, se golpea continuamente… ¿No sabes cómo hacer que desaparezcan?

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Existen múltiples conductas que inicialmente incorporamos en la educación de nuestro niño autista, pero algo en nuestro interior nos dice que debemos trabajar en ellas, ya que no son beneficiosas ni para el pequeño ni para su correcta integración consigo mismo, ni en casa ni en el entorno social.

La educación de los niños típicos es más fácil en este sentido, ya que tenemos muy claro los límites y las exigencias que determinamos para su educación. Sin embargo, cuando nuestros niños tienen algún tipo de dificultad, trastorno o condición de desigualdad, los patrones de esta realidad cambian y aparecen nuevas situaciones que muchas veces no sabemos cómo gestionar.

De hecho, en ocasiones estas conductas «diferentes» nos parecen divertidas, curiosas o simplemente las tachamos como «cosas de niños» poco relevantes. Pero un día se nos enciende la preocupación y decidimos poner especial atención a esto que naturalmente ha ocurrido.

¿Cómo evaluar la gravedad de la conducta?

Esta ni siempre es una tarea fácil, pero veamos algunas «banderas rojas» en este sentido.

Rasgos autistas en niños con TEA (trastorno del espectro autista)

Imaginemos a nuestro niño con 10 años, un preadolescente, con comportamientos hiperactivos o impulsivos poco habituales en otros niños de esta edad, como por ejemplo, tirarse del pelo, quitarse la ropa fuera de casa, morder, romper cosas, lanzar objetos, tirarla comida, mete la mano en el plato mientras come, escupir, etc.

Otros síntomas comunes que se pueden identificar desde edades más tempranas pueden ser:


Es importante recalcar que los rasgos autistas pueden variar ampliamente en cada niño, pero generalmente se centran en áreas como la comunicación, la interacción social y patrones de comportamiento.

Si detectamos alguno de estos comportamientos, ahí tenemos la línea para evaluar si el comportamiento es ocasional y no tiene importancia, o bien es hora de ponernos a trabajar en ello y establecer un plan de acción.

¿Cómo tratar a un niño con autismo?

Bueno, antes de empezar me gustaría hacer una aclaración, más que tratar, lo que vamos hacer es trabajar con nuestro niño con TEA.

En estos casos el plan de acción es mucho más necesario porque determinará su éxito individual y social, y, en consecuencia, su felicidad, pero antes de comenzar es muy importante tener en cuenta que no hay ningún dolor, problema médico o de salud que esté provocando esa conducta; a veces, de una dolencia puede surgir una intensa expresión conductual que señala la necesidad de tomar las acciones médicas oportunas.

Dicho esto, vamos con algunos consejos para realizar una evaluación si intuimos que tenemos niños «conductuales» (que presentan cantidad significativa de conductas disruptivas o inapropiadas)

PRIMER CONSEJO: Utiliza un «cuaderno de comportamiento»

El «Cuaderno de Comportamiento» es una herramienta útil para evaluar y manejar las conductas del pequeño.

En este sentido es importante llevar un registro diario acerca de los comportamientos del niño, tanto positivos como negativos.

Lo ideal sería registrar en él la fecha, hora, lugar y antecedentes, es decir que ocurrió antes del comportamiento registrado. También es recomendable hacer una descripción detallada de la conducta, por ejemplo, en lugar de escribir «tuvo una rabieta», detalla la acción «gritó durante 10 minutos y tiró todos los juguetes que estaban a su alcance».

Anota con qué frecuencia ocurre el comportamiento y su intensidad. Esto ayudará a identificar patrones y documenta tu respuesta y la de otros ante el comportamiento del niño, así como las consecuencias naturales que siguieron.

Esto puede ser valioso para ajustar estrategias y para discusiones con profesionales.

SEGUNDO CONSEJO: trabaja un objetivo a la vez

Cuando se trabaja con niños con autismo es fundamental centrarse en un objetivo a la vez o como máximo dos, pero que sean de dos áreas diferentes y que actúen de forma independiente.

Identifica una área específica de comportamiento o habilidad que quieras mejorar o desarrollar y asegúrate de que el objetivo sea alcanzable y adecuado para la edad y las capacidades del niño.

Divide el objetivo en pasos más pequeños y manejables y asegúrate de que el proceso sea fácil y claro, tanto para el niño como para ti.

Y una cosa más, los cambios del comportamiento no suceden de la noche a la mañana y si no puede ser frustrante, para el niño y para los padres.

TERCER CONSEJO: Trabajo en equipo

El trabajo en equipo es esencial cuando se trata de apoyar y educar a un niño. El mensaje que debemos transmitir es «somos un equipo y debemos actuar juntos» eso incluye a todos los miembros de la familia, profesores, terapeutas…

Es imprescindible que todos entiendan los objetivos y las estrategias para lograr los objetivos establecidos. Tenemos que ser consistentes de e porque ahí radica nuestra fuerza y efectividad.

CUARTO CONSEJO: el Plan de Acción

Teniendo en cuenta todo lo que hemos visto hasta ahora, el cuarto paso es desarrollar un plan de acción. Eso es crucial para abordar eficazmente las necesidades del pequeño, y las estrategias son las siguientes:

Prevención

Es necesario reducir la frecuencia de las conductas problemáticas. Para ello, debemos anticiparnos y evitar situaciones que las desencadenen, al menos hasta que desarrollemos la capacidad de manejarlas eficazmente.

Nuestro objetivo debe de ser redirigir estas conductas hacia acciones constructivas y funcionales, integrándolas de manera positiva en el comportamiento del niño.

Este enfoque preventivo no solo ayuda a controlar las conductas no deseadas, sino que también facilita la incorporación de respuestas más adecuadas y beneficiosas para su desarrollo.

Reforzar conductas apropiadas

Hay muchas situaciones en las que estas conductas inapropiadas podrían aparecer pero no lo hacen, por lo tanto, enfocaremos nuestra atención en el esfuerzo y la positividad del niño.

A menudo, subestimamos y normalizamos muchos momentos que, en realidad, son logros significativos para nuestros niños. Estos instantes son extraordinariamente positivos y poderosos para reforzar comportamientos apropiados en el niño.

Cuando esto ocurre debemos destacar y recompensar lo que queremos que hagan, en lugar de centrarnos únicamente en corregir aquello que preferimos que no hagan, por ejemplo, «esto es lo que quiero que hagas en vez de esto no quiero que lo hagas».

Extinción

La extinción es seguir como si nada, no dar atención a ciertas conductas para que pierdan su efecto, lo que implica seguir con lo que estamos haciendo en vez de parar, hacer un silencio, mirar al niño y luego seguir con cara descompuesta.

Se trata de que la conducta no siga ejerciendo impacto en el día a día, eliminando estrés, incomodidad, desorientación… «más nervioso tú más tranquila yo» esto es muy útil cuando no tenemos tiempo para reconducirla, «todo lo que no ves no existe», y en el día a día hay muchos momentos que esto ocurre y no tenemos ni las fuerzas ni el tiempo de llevar correctamente la contingencia así que sigue caminando y respira hondo, en otro momento será!

Acción

Determinamos la función que esa conducta tiene y conseguimos pensar en alternativas funcionales para darle salida, de manera constructiva. Ahí van algunos ejemplos:


El truco está en buscar una manera de reconducir la conducta hacia otra más útil, apropiada y que sirve de autorregulación efectiva para el niño.

En las situaciones que nos desbordan, debemos pensar que «no es que no quiera sino que no puede actuar de otra manera», aquí el lenguaje tiene mucho que ver porque es directamente proporcional a la ausencia de conductas.

Consistencia

Entre los especialistas en niños autistas hay una máxima: antes de que una conducta desaparezca sube en frecuencia e intensidad.

Es cierto, y conviene tenerlo en cuenta. Si siempre que hemos llamado al timbre de una puerta nos han abierto, cuando esto no ocurre ¿qué hacemos? seguir llamando hasta que nos resignemos a que no hay nadie en casa e irnos o escoger otra manera para lograr acceder al interior.

Así que aquí es donde los 3 primeros puntos han de estar fuertes y inamovibles (Prevención + Reforzar + Extinción)

Con todas estas pautas podemos tener una efectiva acción ante esas conductas, siempre dotando y fomentando la comunicación de nuestros hijos para que puedan utilizar otro tipo de expresividad para estos momentos que nosotros naturalizamos a través de la comunicación.

Tener Paciencia, serenidad y acompañar a vuestros hijos y apoyaros en profesionales expertos para poder establecer un mejor funcionamiento del día a día.

Lo conseguiréis seguro!!!



N/A , Autismo y Comunicación

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